viernes, 25 de marzo de 2011

Álvaro Paredes, antifascista ecuatoriano encarcelado.

Más de unx debería releerse esta carta dos, tres, cuatro y cinco veces para enterarse de qué va esto del antifascismo.


CARTA DE ALVARO PAREDES (11/8/2010):

Hoy, cumpliéndose ya 2 meses y 14 días de mi detención, quiero dirigirme a ustedes; primero dándoles las gracias por la solidaridad expresada con mi persona, la verdad no podría esperar nada menos de ustedes ya que esta no es solo una lucha antifascista, es también una lucha de clases. Con los hechos suscitados el pasado 17 de mayo donde fui atacado por 10 fascistas y actuando bajo la legítima defensa cayó herido de muerte el agresor neo nazi Abraha Chimborazo, militante de la agrupación ANR (Acción Nacionalista Revolucionaria).

Normalmente a estos ataques y brotes fascistas se les da muy poca importancia, así también se le suman análisis que argumentan que para acabar con los nazis, es suficiente con potenciar la lectura, estudiar y culturizarse, como si el fascismo fuera una simple dislexia o una cuestión de ignorancia.

Es evidente que los nazis no hablan abiertamente de sus verdaderos postulados políticos, sino que intentan camuflarlo bajo discursos en un principio más sutiles y cargados de patriotismo, pero que en el fondo son igual de peligrosos, ellos tratan de vender la idea de que los inmigrantes son el problema de la falta de trabajo y las desigualdades y que por eso hay que expulsarlos; tratan de defender que el mundo se rige bajo un complot judío internacional y que por eso hay que exterminarlos a todos; argumentan que la homosexualidad es algo antinatural y enfermizo y que por eso hay que seguir con la represión hasta devolverlos al lugar del que no tendrían que haber salido nunca.

Como revolucionarios la historia nos ha marcado con el papel protagónico de cambiar las cosas, de romper las cadenas, construir nuevos días, días alegres, somos los que aún piensan que con un firme punto de apoyo podrán mover el mundo, y no esperamos que cada mañana alguien lo mueva por nosotros, por eso nos levantamos a luchar y gritamos no más explotación, no mas fascismo, muerte al Capitalismo. Creemos en la construcción de una sociedad donde no exista la relación explotado-explotador, donde cada uno pueda desarrollar sus vidas en armonía junto a nuestro entorno. Esto debe comenzar a construirse desde ahora, pero entendemos que solo se concretará en su totalidad cuando el sistema capitalista sea derrocado, no podemos ser pasivos ante él, nuestro rol debe ser permanentemente que motive con nuestro pensamiento y acción.

Nuestra acción política como antifascistas debe ír más allá, debemos oponernos al modelo económico, político y social capitalista, a su maquinaria ideológica, rechazar todo tipo de explotación del hombre por el hombre y del hombre con su entorno.

Debemos alejar al antifascismo de la actitud estética o de pertenencia a una u otra identidad cultural, debemos sumirlo com es, una lucha política que alejada del anti capitalismo y la lucha de clases se convierte instantáneamente en golpizas callejeras, mismas que nos alejan totalmente del trabajo político revolucionario, pero con esto no estoy diciendo que debemos dejar a un lado la violencia, debemos sumirla también como una plataforma de lucha popular no como una violencia pandilleril sino como una organizada y revolucionaria, misma que es y será partera de un nuevo amanecer.

Debemos crear conciencia sobre esta realidad de explotación y discriminación, debemos trabajar con los jóvenes, trabajadores, hijos y familiares; tenemos que fortalecer las organizaciones, sumarnos activamente a la lucha anticapitalista.

Este es una llamamiento a la acción, estamos obligados a cambiar este presente para así tener un mejor futuro, no desmayen compañeros y compañeras, el camino es duro y lleno de obstáculos a muchos nos conducen
 a las cárceles y a otros a la muerte, pero lo aceptamos gustosos ya que es el camino que elegimos, el camino revolucionario.

Me despido, con la frente en alto y una desafiante sonrisa, pues defender tu vida no es delito, que ninguna agresión quede sin respuesta.

Un abrazo a la ditancia, su compañero y camarada Alvaro Paredes
¡Antifascista Siempre!

Quito, 11 de agosto de 2010

Hablando de historia...

Hablando de historia...

Cuando hablamos de la historia,
hablamos de lágrima y sonrisa
hablamos de guerra y paz
hablamos de muerte y vida,
hablamos, aunque no escuchan.

La historia está siempre construida
sobre el ruido de lo humano.
A veces nos preguntamos, ingenuos y abandonados
cómo lo que nos rodea, puede haber cambiado tanto

Aprendimos de pequeños, a hacer derrota del cambio,
a agachar la frente esclava, a tragarnos las palabras, 
a renunciar al combate, a no decir las verdades.
Aprendimos, por degsracia, a poner nuestros principios,
siempre a los pies de los caballos.

Sin embargo, algo ha fallado, no paran de repetirlo
en todos esos telediarios.
Hay jóvenes terroristas, no les quedó todo atado
El sueño de los poderosos, se les ha venido abajo,
los jóvenes que soñamos, tras capuchas y pañuelos,
hoy nos hemos despertado, y en las paredes del barrio,
sueños hemos dibujado.

jueves, 10 de marzo de 2011

Canto a la mujer del pueblo

Poesía a la mujer luchadora,con cierto retraso, conmemorando el 8 de Marzo, día internacional de las mujeres.


Canto a la Mujer del Pueblo
(Rosa Virginia Martínez)
Mujer del pueblo:
¡aquí estoy a tu lado
para darte mi canto de esperanza!
Yo sé que vienes
de todas las injusticias
y todos los dolores de la vida.
Te sientes herida
de esperar en vano
que el rosal floreciera
en el pantano.

Mas
¿cómo vas a tener sitio
para el aroma
sí aún no tienes
pan
ni techo que recoja
el azulado viento de la loma?

En vano has pedido
la plenitud radiante de una
estrella
para seguir la huella
menudita del hijo.
¿Cómo quieres
poblar de lumbre la desierta vía
si no has alcanzado todavía
un mísero candil
para tu puerta?

Yo sé que hay en tus manos
rudas y oscuras
pulso de raíz
y fuerza de montaña;
yo sé que puedes
caminar por la tierra
como una cordillera
y levantar tu hijo hasta
el futuro,
con el canto del mar
en la garganta.

Yo sé que puedes eso
¡y mucho más!
Pero el hambre,
la sombra
y el desolado viento del olvido
se llevaron la savia de tu vida.
Por eso,
aquí estoy a tu lado:
con tu grito en mi boca,
con tu herida de angustia
en mi costado
y tu anhelo de luz que me sofoca.
Aquí estoy,
para luchar contigo:
por tu techo,
tu pan
y tu alegría;
para velar el sueño
de tu hijo
hasta que llegue el día.

Aquí estoy,
con mi cartilla nueva de horizontes,
mi libro de paisajes y caminos
que sustancia la luz de una doctrina.

Mujer:
es la hora precisa,
de rescatar tu pan y tu sonrisa.

La Guardia Civil tortura y viola a beatriz etxebarria, una de las ultimas detenidas en Euskal Herria.

Esta es la paz y la democracia española en todo su esplendor. Nada que decir, salvo "Herriak ez du barkatuko". No lo olvidéis, cerdos.


Testimonio de Beatriz Etxebarria

«Tiran una manta al suelo. `El Comisario' grita y me dice que me va a violar otra vez»

Beatriz Etxebarria relata en primera persona el momento de su detención, el viaje de traslado a Madrid y los cinco días de incomunicación.
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Sobre las 4:00 de la mañana del 1 de marzo de 2011 revientan la puerta. Me agarran del pelo y me llevan en volandas al salón. Estoy en sujetador y no me dejan ponerme ropa durante el registro. En el salón me reducen con violencia y en el sofá me intentan poner las esposas. Se enfadan porque me quedan pequeñas. Me dicen mientras sigo sentada en el sofá: «Ya verás qué cinco días vas a pasar».
Me mareé un poco durante el registro del trastero. Me agarran muy fuerte del brazo, me dejan marcas. Me ponen esposas de cuerda y me las van apretando cada vez más.
Al salir de casa me amenazan: que no mire ni hable con mi pareja. Me llevan donde estaba el coche y me prohíben mirar el registro.
Me llevan al forense de Bilbo: me miran bien, tengo marcas en las muñecas de las esposas, tenía las venas hinchadas, y algún rasponazo. Los brazos rojos, por la forma de agarrarme, y agarrotados.
Me montan en el Patrol. Me obligaban a cerrar los ojos y me los tapan ellos mismos con la mano. Escucho cómo hablan de encontrarse con otro coche.
Paran. Un guardia civil, que se hacía llamar el Comisario, viene a buscarme y cambiamos de coche. El de ahora no es un Patrol, es un coche normal por el espacio y la altura al entrar. El Comisario empieza a gritarme al oído y a amenazarme: «Soy militar y estoy entrenado para matar». Me dice que tengo dos opciones: hablar desde el principio, o no. Noto cómo sacan una bolsa y me la ponen encima de las manos Durante el viaje a Madrid me dan golpes y collejas en la cabeza, y constantes amenazas. Me dicen que va a parar el coche y «te voy a poner en pelotas, te tiro a la nieve y te voy a abrir en canal». El Comisario se quita la chaqueta y empieza a restregarse contra mi cuerpo. El otro policía que estaba a su lado «apacigua» a El Comisario pero también me amenaza. Me hacen «la bolsa» dos veces de camino a Madrid.
En la comisaría había diferentes habitaciones: en una escuchaba los gritos del resto de detenidos y había otra que estaba más abajo que me daba la sensación de que estaba aislada, y ahí el trato era todavía peor. A la primera la llamaré la «habitación dura» y a la otra «la muy dura».
Siguen las amenazas y El Comisario me mete a una celda y me dice que piense bien qué voy a hacer. Me sacan de la celda y me llevan al forense.
Son sobre las 20.30 del martes. Le relato que estoy siendo torturada. Me vuelven a llevar a la celda.
Me llevan a la «habitación dura». Allí oía gritos del resto de detenidos/as. Me sientan en una silla y me mojan las manos, mientras escucho ruidos de algo que parecen electrodos. Cuando estaba en la celda también escuchaba esos mismos ruidos. Me dicen que tengo que hablar y me empiezan a quitar la ropa hasta dejarme totalmente desnuda. Estando desnuda me echan agua fría por encima. Me vuelven a poner la bolsa hasta tres veces seguidas. Me amenazan con hacerme la bañera. Estando desnuda, me ponen a cuatro patas encima de una especie de taburete. Me dan vaselina en el ano y en la vagina y me meten un poco un objeto. Sigo desnuda y me envuelven en una manta y me dan golpes. Me agarran, me zarandean y me levantan del suelo.
Me vuelven a llevar a la celda hasta la mañana del miércoles, cuando vuelvo a visitar al forense. Le cuento algo sobre el trato al que estaba siendo sometida y su actitud fue mala.
Vuelvo a la celda y allí trato de «descansar» un poco. Después de pasar un rato, viene El Comisario y me lleva a la sala «muy dura». Allí me vuelve a desnudar. Me estira del pelo, me da golpes en la cabeza y me grita al oído que es militar y que está entrenado para matar y que «te voy a destrozar toda por dentro para que no puedas tener pequeños etarras».
Me vuelven a llevar a la celda y después de estar allí, al forense. No le cuento nada, al ver cuál había sido su actitud en la última visita en la que cuestionaba el relato de torturas que le había hecho.
En los interrogatorios siempre había mucha gente. Una vez conté hasta siete voces diferentes. Me amenazan constantemente con mi pareja (al que escucho cómo está siendo torturado). También me amenazan con detener a mi hermano. Me dicen que como no haya trato no sólo van a detener a mis padres, sino que también van a llevar a mi abuela «en bragas y que se la iba a follar».
El anteúltimo día El Comisario me vuelve a desnudar. Tira una manta al suelo, grita y me dicen que me van a violar, otra vez. Me da la impresión de que él se empieza a quitar la ropa, escucho cómo se quita el cinturón. Entonces, al que llamaban Garmendia intenta tranquilizarle, lo saca de la sala en la que estaban y escucho cómo hablan. Garmendia entra otra vez en la habitación y me dice que le prometa que voy a declarar.
El último día tuve hasta seis interrogatorios. La segunda declaración policial la hago el sábado a las 5:40. Después no me vuelven a desnudar y la agresividad era menor, incluso llegaron a decirme si quería ver a Iñigo.
Las amenazas no cesaron hasta llegar a la Audiencia Nacional. En el furgón, El comisario, que estaba sentado a mi lado, me dijo que tenía que ratificar delante del juez la declaración.
Durante todo el periodo de incomunicación, salvo cuando iba donde el forense, estuve con los ojos tapados con diferentes antifaces. Había alguno de látex que tenía una especie de polvo que ellos decían que si abría los ojos me iba a quedar ciega. Yo sí notaba que cuando me lo quitaban (para ir al forense) me picaban los ojos durante un rato. Cuando estaba con El Comisario me ponían otro antifaz que era como de terciopelo.
Durante la incomunicación estuve sobre todo con tres policías (El Comisario, El Inspector y Garmendia, que era menos salvaje), aunque durante los interrogatorios solía haber mucha gente siempre en la habitación.
Ante el juez negué la declaración policial y denuncié haber sido torturada.