Decía Shakespeare, en una de sus obras literarias más conocidas, Hamlet, que en Dinamarca "algo olía a podrido". Normal, se trataba de una historia de sucias intrigas y traiciones de corte en las tierras danesas. Los personajes eran capaces de absolutamente todo con el único objetivo del poder, la ambición personal, la lujuria amorosa ó la venganza. A algunos últimamente nos huele algo mal, muy mal, a podrido, en este Estado.
Pasada la etapa de Gobierno González, con su FILESA, Rumasa, Caso Cesid, sus "Fondos Reservados" , sus GAL, Mario Conde, y demás basura, parecía que lo de la corrupción bananera en las instituciones públicas, los sobres por debajo de la mesa, las bolsas de basura llenitas de billetes y los pelotazos sonados se había acabado. La culpa de todo, claro, la tenía el cabrón de Felipe, por permitir esos desmanes, decían los fascistas echándose al monte pardo descaradamente. No obstante, unos poquitos años después, le tocaba el turno a Villalonga y sus stock options sobre Telefónica y a Gescartera, empresas avaladas por la Comisión de Control del Mercado de Valores que controlaba el Gobierno Aznar( es decir, el propio Villalonga), que dejaron a unos cuantos inversores nuevos ricos, de los que se montan con facilidad e ingenuidad a partes iguales en la mentira del "nuevo inversor" y del "accionista minoritario con posibilidades de progresar" del capitalismo, tirados como auténticos patanes. Resulta, mira tú por donde, que "muerto" el perro (me perdonen los perros por la comparación, quería decir González), no se había acabado la rabia.
Ya por aquel entonces, en numerosos ayuntamientos, pedanías y municipios del Estado el binomio constructores/empresarios/promotoras inmobiliarias- cargos públicos empezaba a resultar evidente. La reconversión económica que había convertido al turismo y el sector de la construcción en los motores del "milagro económico español", ayudó lo suyo. Poco a poco, en numerosas localidades, el perfil del constructor mafioso ó el empresario explotador convertido en un nuevo cacique, empezaba a hacerse realidad. Pero había que hacer la vista gorda, claro. Las zonas de litoral vieron cómo la propia legislación urbanística era violada de continuo con absoluta impunidad con edificaciones grotescas (circuito de fórmula 1 en Valencia incluido). En el interior, resurgió la vieja figura del señorito andaluz y castellano, pero esta vez con traje y corbata y sin sombrero y tanto folclore. O casi. Porque hete aquí que donde el folclore y el mafioserío se fueron a juntar, en Marbella, se desencadenó una trama de corrupción que uno no sabe muy bien si fué un culebrón televisivo ó algo tan serio como un Ayuntamiento impregnado de arriba a abajo de pura mierda. Probablemente tuvo de las dos cosas, a juzgar por cómo nos lo contaron los muy objetivos, veraces y serios medios de comunicación ("Aquí hay tomate" a la cabeza). El caso es que ante tanta repercusión mediática (hasta un camello de medio pelo sabe ser más discreto por el bien de sus actividades delictivas) , el Estado tenía que actuar para dar un poco de pan con sal al asunto. Total, que donde no se habían atrevido a meter la mano con Jesús Gil en vida, la metieron con él muerto, contra el bueno de Julián, que al fin y al cabo no había hecho más que seguir al buen maestro, como los apóstoles en la Biblia, pero multiplicando fajos en vez de panes y peces.
Hasta aquí podría parecer hasta una chirigota andaluza en el carnaval de Cádiz, pero no. Resulta que un Ayuntamiento de Andalucía había vivido por dos décadas sumido en la corrupción política , institucional y moral más profunda. Y que un grupo de pintorescos señores que parecían sacados de una secuela de Torrente se habían forrado a costa de todos. Caso puntual, dijeron algunos. Pequeños errores de la democracia, dijeron otros. El caso es que la veda se había abierto.
Hace un año y medio, con la crisis económica galopante echándosele encima, sin soluciones para nada, con el paro creciendo a ritmo exponencial y con pocos más argumentos que las caritas de simpático del Zp, el Gobierno decidió que necesitaba un revulsivo. Perder unas elecciones contra el pelele de Rajoy era demasiado hasta para ellos. Lo lógico hubiera sido que hubieran hecho algo, ALGO siquiera por toda la gente que sufría las consecuencias de sus políticas económico-financieras, pero no. Zapatero decidió llamar a su hombre de hierro, el que le saca de todos los líos. Y así fué como nuestro amigo Rubalcaba giró su arsenal represivo y dijo al más puro estilo Galindo "Esto se lo ventilo yo de tres llamadas, señor Presidente". Y lo hizo. Utilizó a su amigo Garzón, juez estrella por excelencia de los Galosos, y el sistema de espionaje y represión política SITEL (sí , el mismo que usan a diario contra los militantes revolucionarios), y en un momento, tenía a todo el Partido Popular valenciano metido en un charco de barro del que no se salvaba ni el Presidente Autonómico (Camps, el de los trajes) , ni la alcaldesa de la capital (la simpática abuela Rita Barberá, la de los bolsos de Prada) ni un ex tesorero del Partido, senador por nuestra Cantabria (Luis Bárcenas) ni algunas de las principales figuras del Partido. Vamos, una operación al más puro estilo Rubal, sin dejar títere con cabeza. Ahora le tocaba el turno a Garzón.
El juez estrella , que lleva veinticinco años pensando que lo de la justicia es su coto privado de caza particular y que puede hacer lo que le da la gana, optó por ocuparse de los rivales políticos de su partido político como si fueran militantes de la Izquierda Abertzale, que tanto le han tenido que sufrir, mientras juzgaba alguna de "esas cosillas" que pasaron en la dictadura franquista, sí, los fusilamientos sin juicio, y tal. Pero se coló hasta el fondo. El PP le contraatacó por ahí , arguyendo que qué legitimidad tenía para enjuiciar casos de corrupción a gran escala un tipo que iba a ser procesado por prevaricación al recibir un "premio" de su amigo Botín del Banco Santander en forma de cuantiosos ingresos en euros a cambio de dar unos "cursos" de vacaciones en Estados Unidos, absolviendo a Botín por las jubilaciones megamillonarias del Santander. Pobrecillo. El bueno de Garzón pensaba que con los falangistas del PP y los de hace 70 años podía portarse como con militantes vascos ó comunistas. Y no. Con Franco y los "buenos españoles", no se juega. Total que lo apartaron del caso y el chico de las "gominas" de la Audiencia Nacional se vió metido en un buen lío, por lo del franquismo, y por lo de la Gürtel. Las pocas simpatías que despierta desde siempre en el Tribunal Supremo, por sociata, y por chulo, hicieron el resto. En un abrir y cerrar de ojos, todos de mierda hasta el cuello.
Y después de la Gürtel vinieron las Baleares con el palacete que se hizo Jaume Matas, Murcia, Galicia, nuestra Cantabria con el bueno de Muguruza yendo al talego por sus chanchullos en Castro, y unos cuantos escándalos más. Yo no sé a vosotros, pero a mí aquí me sigue oliendo a podrido, y se están riendo de todos nosotros a la cara. La lógica capitalista de enriquecerse pasando por encima de quien haga falta aplicada en todo su máximo esplendor. Pero no se preocupen. Son "pequeños errores de la democracia" y "casos aislados". Ya, ya.
miércoles, 7 de abril de 2010
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