Nuestra vida es un jadeo constante. Es el jadeo de un caballo al galope que rebufa y se encabrita . Vivimos a toda velocidad, en una carrera vertiginosa, en un camino hacia lo desconocido. Nuestra vida es al fin y al cabo la suma de todas nuestras victorias , nuestras derrotas, aspiraciones, objetivos, frustraciones, de todas nuestras verdades. El camino son unos raíles vagamente dibujados sobre los que circulamos como una locomotora. El resto de la gente nos mira con una mezcla de asombro e indiferencia, como el hombre en el andén cuando ve pasar al tren.
Donde quedarán tantos años de luchas, tantos años de esfuerzo, de avance y retroceso. Donde quedarán los días cortos, las noches largas. Las locuras de juventud. Los enfrentamientos a pie de calle. La sangre y el orgullo. Las reuniones y las discusiones, la emoción y la pasión por cada cosa que hacemos. Está claro, es como debería ser. Al fin y al cabo, somos jóvenes y la juventud es una de esas cosas que como decía un grande, "sólo se pueden hacer por la fuerza, emborronando cuartillas". Y fuerza es la que desprendemos, que duda cabe. Y todas esas vivencias quedarán en la memoria, en el ejemplo y en el futuro de una generación que no se calló sus verdades y se jugó el pellejo por defenderlas, como tantas otras.
Y pase lo que pase, seguiremos adelante. Y pase lo que pase, seguiremos orgullosos. Qué duda cabe, porque no es para menos. Porque retocando la cita de una gran mujer: ERAMOS, SOMOS, Y SEREMOS.
El título es un pequeño homenaje al libro "En el camino" de Jack Kerouac, que me está gustando especialmente y con el cual a tramos, me siento identificado.
miércoles, 17 de febrero de 2010
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He leído todas (o casi todas) las entradas, y te felicito especialmente en ésta... Precioso.
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