lunes, 15 de febrero de 2010

Vigencia del marxismo y el comunismo.

Un trabajador en su empleo al salir de su turno. Camina cabizbajo, dándole vueltas a todo. Un ERE, despidos, chulería del encargado, no me respetan la antigüedad, cotizo una mierda. Al echar la mirada atrás , ve algo muy distinto. Antes había lucha, había compromiso. Se acuerda de los ochenta, de principios de los noventa, de aquellas trifulcas en los astilleros, en Sniace, en La Naval... Ahora todo es distinto. Los obreros perdimos la guerra fría y todas las calientes. Ahora sólo queda batirse en retirada en cada frente. Hay que tragar, porque no hay otra, porque de utopías no se vive, porque nos vendieron los de siempre. Porque sí. Porque al fin y al cabo, vivimos en democracia, y eso ya es un logro para mi generación. Y porque de jóvenes lo veíamos todo con ese ardor típico de los veinte años. Y además es que es así y no se puede hacer nada, todo va a seguir igual, y nada va a cambiar.

Sin embargo, el obrero olvida algo. Olvida que el motivo por el que ayer luchaba, su explotación económica social y laboral, sigue existiendo. Olvida que las mismas librerías en las que se retiraban los volúmenes de Marx en 1993 (alegando que era algo "obsoleto", cosa que nunca dijeron de Platón) en el último año se hartaron de mercadear con sus ideas . Olvida que el capitalismo ha sufrido una crisis más, en la que estamos inmersos. Que conocimos muchas versiones del socialismo, unas mejores, otras peores, pero que el capitalismo sólo tiene una, y no es buena para casi nadie. Olvida que aquellos chicos tan majos que ahora dicen no a la guerra nos metieron en la O.T.A.N. y a más de uno, en la cárcel, y que los del España mañana será republicana hoy visitan al rey en Zarzuela, rey heredado por cierto, de quien todos sabemos. Olvida que el fascismo salió impune, y que los que prometieron el fin de la historia y un mundo de felicidad amenazan con cumplir la primera parte de todo ello pero de forma bastante siniestra.

El trabajador entonces recuerda. Y recuerda sin añoranza, sin nostalgia, sin espíritu de contar batallitas, sino de hacerlas realidad otra vez. A su par, el estudiante hace lo mismo, y a la par de éste, lo hacen todos los militantes. Quizá haya llegado la hora de demostrarles quién está obsoleto aquí, y quienes, más tarde ó más temprano , serán dinosaurios estudiados en museos de Historia.

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